El Evangelio de Jesucristo no amenaza

 

Pablo, en 2 Corintios capítulo 2 trata con los de Corinto el caso de una carta -la segunda que los eruditos fueron guiados por el Espíritu Santo a no canonizar-, en que él decepcionaba a los hermanos porque luego de predicarles que todo era gratis –el Evangelio-, en ella es como que el caso del hermano que recayó en un vicio anterior a su salvación apareció de nuevo, y entonces los hermanos se cuestionaban dónde estaba el poder del evangelio… Los hermanos demandaban castigo al hermano flagrado en pecado, pero Pablo ordenaba perdón.

Ya en el capítulo 7 del 5 hasta el 16, Pablo confiesa que fue abatido de miedo de los hermanos; en el 8 Pablo insinúa que él mismo destruyó la segunda carta ya leída, porque les había hecho llorar a los hermanos. En el 9 Pablo junta el lloro de arrepentimiento de los hermanos en haber aceptado el evangelio y el judaísmo, viéndolos como de ninguna pérdida para ellos. En la secuencia, Pablo habla de arrepentimiento para salvación y arrepentimiento mundano. En el 14 Pablo, en otras palabras repite Romanos 1. 17 diciendo que no se avergonzaba del evangelio predicado, que consiste en perdón y salvación, y junto con Tito se gloriaron de tener la razón [hasta el 16].

De hecho, el Evangelio es Poder de Dios para cambiar a los que habrán de ser salvos o ya son salvos. Si fuimos salvos por él, ¿por qué ahora dudaremos de que él es capaz de transformarnos? Por esto es que Pablo arguye en la antinomia “arrepentimiento de Dios” y “arrepentimiento del mundo”.

Lucas 17. 3 demuestra que antes viene el arrepentimiento, y sólo después el perdón. ¿Puede acaso un pecador arrepentirse si no es convencido de pecado para salvación? ¡Claro que no! ¿O acaso tú fuiste un ser humano mejor, con el mérito de arrepentirte del pecado si querías, sino accederías al perdón aun sin arrepentirte?

Lucas 15. 7, 10 al hablar de arrepentimiento, se refiere a un creyente que se desvía, pero ya era salvo, en la metáfora, oveja.

Simón en Hechos 8. 22 debía arrepentirse para perdón por su iniquidad; no de pecados para salvación.

En 2 Pedro 3. 9 la palabra “perezca” define ambos: Debilidad en la vida de salvo, y perdición por no ser salva aún la persona.

En Hechos 2. 38 la apelación al arrepentimiento para perdón, era un apelativo para los judíos; “perversa generación” era el judaísmo de la época, que Jesús llamó Sinagoga de Satanás, y le rechazaban como el Mesías. 3. 17-26 confirma.

Lucas 16.30-31 revela el gravísimo grado de incredulidad al que llegaron los judíos. Mateo 12. 38-45 confirma. De ahí que el Nuevo Testamento trae una insistente retórica a favor de arrepentirse, a los que rechazaban al Mesías.

El llamado al arrepentimiento de Pablo a los corintios en 2 Corintios 12. 19-21 era para hermanos ya salvos que reincidieron en vicios.

En Lucas 13. 3, “perecer” puede implicar perderse, morir antes, corromperse, demudar, desvanecer, pero no ser condenado eternamente; y del 1 al 9, el mensaje es desarticulador del sentido de superioridad o excepción de los religiosos, comparándose con otros, y no dando “frutos dignos de arrepentimiento” [Mat. 3.8]. Y para que haya frutos, se necesita tiempo, por tanto, aquí tampoco se refiere a arrepentirse para salvación.

En Marcos 6. 1, 12-13 arrepentirse es mensaje de nuevo a los judíos que se negaban recibir a Cristo. Un hecho histórico específico; no casual o continuado.

Mateo 21. 32: Aquí también se refiere a los que asistían a Jesús predicando y no le creían, en el mismo contexto judíos versus el Mesías.

Mateo 11. 20 dice: “Entonces comenzó a reconvenir a las ciudades donde la mayoría de sus milagros habían sido hechos, porque no se habían arrepentido, diciendo: ¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si los milagros hechos en vosotras, se hubiesen hecho en Tiro y en Sidón, hace mucho que se hubieran arrepentido en cilicio y en ceniza”. Todos sus oyentes eran judíos, y si hoy insisten en esa tecla, es porque quieren imponer el falso evangelio judaico, que es “sionista” enfocado en castigo, severidad, rigor, condenación, muerte. Está claro que la salvación es por gracia, por medio de la Fe; nunca por la eficacia de los milagros.  

Mateo 3.11-12 señala “Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; mas el que viene tras mí, es más poderoso que yo; cuyo calzado no soy digno de llevar; Él os bautizará con el Espíritu Santo, y con fuego. Su aventador está en su mano, y limpiará su era; y recogerá su trigo en el granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará”. O sea, la predicación de arrepentimiento era para recibir al Mesías, pero la del Espíritu que convence del pecado, del juicio y la justicia [Juan 16.8] tendrá su finalización de condenación a los que no creyeron.

Zacarías, padre de Juan el Bautista en su declaración de fe, afirmó que los judíos esperaban por siglos al Mesías para el perdón de sus pecados y la salvación.

En Mateo 4. 17 Jesús dice a los judíos: <<Arrepiéntanse, porque por ahora, el Reino les llega cerca, pero luego será real, completo y efectivo>> [paráfrasis mía]. Es el reino de los cielos que tratará con nuestros pecados de salvos, en vida, y en el futuro ante el Tribunal de Cristo y el Juicio final, porque para la salvación inicial nadie debe arrepentirse, no que no deba, sino porque no pueden y en la Fe que la Palabra predicada [el Evangelio] y el Espíritu inyectan, viene implícito el arrepentimiento. O sea, al creer para salvación [de gracia], nos arrepentimos juntamente, también por gracia.

El no salvo al creer en Cristo, se arrepiente del único pecado que los condenaría, que es el no creer en el Mesías; los demás pecados son un caso de perecer, si permanecen en ellos; no de pérdida de la salvación, sino de sí mismos en la vida, cuando mientras vivan seguirán siendo objetos del amor y la misericordia de Dios.

Tito Berry

 

Comentários

Postagens mais visitadas deste blog

O Sexo e a Sexualidade do Cristão:

A Precursoria do Anticristo

Sínodo das Irmãs e os Irmãos